Si bien lo que vimos ayer fue una completa falta de solidaridad y empatía por parte de Tigres, el foco de la protestas fue la directiva de Veracruz y eso no se tiene que dejar de lado.

Como fiel reflejo de la sociedad en la que vive, el futbol nos dejó ver la falta empatía de un grupo de seres humano por sus semejantes, sin embargo la culpa en sí no es de Tigres, sino de la Liga y de la directiva del puerto.

Con la implementación de la multa por descenso, la Liga MX dejó en claro que lo importante era capitalizar sus arcas, muy por encima de ver por la integridad y calidad del producto que le venden al espectador, porque al final eso hacen.

Estas deudas, aunadas a las que ya tenían, sin duda tuvieron que causar un efecto bola de nieve en las finanzas jarochas, y la Liga sin duda lo reconocen, pues ya están “implementando” soluciones, pero hasta ahora que ya el problema es monumental y hay que lavarse las manos.

No obstante, no todo es culpa de la Liga, como lo afirma el señor Kuri, relacionándolo con deudas pasadas que también fueron cobradas a su gestión.

El directivo Escualos ya tiene un historial largo de problemas y riñas en la Liga MX, comenzando con aquella promesa que hizo a la Piedad de tener un equipo de primera, para de una semana a otra anunciar su cambio al puerto, apoyado entonces por la Liga, que quizá ya vislumbraba cobrar las deudas de la plaza.

Historias de adeudo y conflictos no son de ahora, el directivo de Veracruz ya tiene como antecedente una suspensión por la FEMXFUT luego de golpear a Codesal, sancionado por PROFECO por subir el precio de sus boletos sin previo aviso y multado por insultar a los aficionados de sus tribunas.

Sin duda Kuri se ha mostrado como un “Calígula” en el puerto, que no representa ni por poco la apariencia que quiere vender del producto futbolístico del puerto, y eso no es culpa de Tigres.

Hanna Arent, a quien muy atinadamente remitió Oribe Peralta, decía que no se podía dejar de actuar ante la injusticia, pues se corre el riesgo de apoyarla, ayer Tigres fue injusto, déspota y egoísta, pero ellos en sí son producto de la sociedad que dejó vivir a Kuri, sin castigo, sin erradicar esa conducta nociva que ahora se focaliza en el cuadro regio.

Sin duda la actitud de Tigres debe ser criticada, sobre todo si lleva a cuestas el nombre y el prestigio de una universidad, pero no pueden ser el chivo expiatorio, el foco que tiene que centrar en el cautiverio que viven los ciudadanos, en este caso los futbolistas, buscar la empatía con las problemáticas con otros y que frases como “No entiendo por qué tanto alboroto”, entre el resto de poética que salió de la boca del “Caligula del Puerto”, no vuelvan a tener cabida en el fútbol nacional.

Sí, Tigres le metió dos goles a un Veracruz que no se movía, pero en la calle, en el transporte público, en la escuela, en ese partido que llamamos vida, nos estamos goleando y nos celebramos los remates…