En el futbol mexicano moderno este cambio es un símbolo inequívoco de que para los directivos lo último que importa es quien se sienta en las gradas.

 

Mientras el rumor de la mudanza de Monarcas a Mazatlán cada vez se vuelve más concreto, y la afición michoacana se duele por la partida de su equipo, surge una pregunta, ¿a mí qué diablos me interesa a dónde se vaya Monarcas?…

Como bien lo han expresado en diferentes medios, la partida de un equipo no sólo representa un duro golpe de tedio y emociones a los corazones de los fieles a los colores, además, origina la pérdida de miles de empleos directos e indirectos.

Sí, como lo expresaron algunos, las protestas que se llevaron a cabo por parte de los aficionados rojiamarillos en medio de una pandemia fueron tanto desesperadas como imprudentes, pero es en ese mismo contexto que la empresa dueña del equipo decidió abandonar no solo a la ciudad que recibió sus proyectos, futbolísticos o no, con los brazos abiertos durante años.

Ayer el presidente de México afirmó que la pandemia que vivimos eliminará un millón de empleos, el día que Monarcas haga oficial su salida contribuirá al aumento de esas cifras, abandonando al pueblo moreliano cuando más lo necesita.

Sin duda la empresa dueña del equipo muestra una actitud egoísta y poco empática, pero no creo que sea exclusiva de los empresarios que mueven los hilos rojos y amarillos, el cambio de plaza que está a punto de gestarse deja en claro que los colores, la afición o el sentir de la gente poco o nada importa a la hora de contar billetes y monedas.

Estos días el club tuvo la oportunidad de demostrar cómo se acompaña a una ciudad en las buenas y en las malas, así como cuando los michoacanos fueron a orar en el contexto del descenso, así como les llenaron el estadio en los partidos por la permanencia, así como años con años una sociedad golpeada por la economía juntó dinero quincena a quincena para comprar sus productos, o así como no dejaron de serle fiel al equipo aun cuando ni por televisión, por su propia televisora, los dejaron seguirlo.

Sin duda el futbol en el país se ha convertido en la religión del fin de semana, donde el único culto es el escudo al que le profeso mi amor, así que, si los colores que tiñen ese cariño no son el rojo y el amarillo, ¿qué habría de importarme a mí?, yo tengo a mis Chivas, a mi América, Monterrey, Tigres o cualquier otro…

Claro, pero les pregunto, ¿y si las cosas cambian?, ¿QUIÉN SERÁ EL SIGUIENTE?, ya escuchamos el contexto que plantea el presidente de la nación, aún cuando muestra una contra parte alentadora, ¿Cuántas ciudades sufrirán por la crisis que traiga el coronavirus y de cuántas de ellas saldrán los directivos con los equipos entre manos?…

Pretextos, justificaciones, habrá miles, basta ver los miles que han utilizado los empleados de los dueños de Monarcas desde el día de ayer, pero al realidad es sólo una, el dinero moverá los intereses, el futbol moderno (no me ilusiono pensando que sólo en México) parasita en el fiel al balón hasta que este enferme y sólo lo dejará abandonado.

En algún momento, más tarde que temprano, la ciudad de Morelia llorará, traer un plan de “desarrollo” no es más que dejar la misma enfermedad en el futbol, cambiar a un proyecto nuevo podría beneficiar, pero ¿hasta cuándo?…

Las protestas deben existir, pero el mundo debe de cambiar, así como ha cambiado el futbol que pasó del amor al hincha al del dinero, en un mundo hiperconectado la unión debe ser más, el hincha debe exigir se le respete, se le ame, así como se les pide amor a los colores… no es momento de salir a las calles, no podemos, pero podemos volcarnos al teclado, como el mismo mundo lo hace.

Sin embargo, antes de salir a incendiar el mundo, exigiendo el respeto del futbol hay que decir que con el furor y justificaciones que se han vertido en este artículo y en gran parte de las redes de aficionados, solo demuestran el porqué es tan importante el futbol, pero nada de esto sería necesario si este deporte fuera de lo más importante de la vida, sin duda es un momento de dolor, de sufrimiento y de impotencia, pero hay miles de cosas más por las que no hay que dejarnos.

Hay miles de cosas más importantes que un equipo, hay muchas cosas por las que Michoacán no tiene que dejarse, de la inseguridad, del desempleo, hay más para salir a protestar, hay muchas más cosas por las que luchar, al final, el futbol es y será “lo más importante entre las cosas menos importantes”…