El tiempo, eso que para muchos puede llegar a convertirse en villano y para otros, es el protagonista de un sin número ver historias exitosas. La ambivalente brecha de tiempo, representa por igual fracasos y éxitos en diversos ámbitos, el deportivo no se escapa de su dura guadaña, viendo equipos históricos caer en el olvido, a la par de algunos nuevos, potenciados por la inversión y proyectos que se han mantenido su estatus.

Hoy, Monarcas Morelia, es tu espacio en este espectro, justo lo que queremos comentar. De poco serviría usar aquel cliché que reza: “pareciera ayer cuando te apareciste en el mapa”, pues tú historia ya es larga y bien conocida por los aficionados, que llevan tus colores más arraigados.

Tu llegada, aquel 4 de junio de 1950, comenzando cómo un equipo de segunda división, fue apenas el inicio de lo que se convertiría en una tradición para la capital michoacana. Tus colores, representativos de la bandera de la capital michoacana y tu playera, un símbolo inconfundible de nobleza, fueron los elementos iniciales para labrar un legado de orgullo en la afición.

Tu debut, bajo en nombre de Atlético Morelia, no pasó desapercibido aquel 20 de febrero de 1951, en la goleada de 5 a 1 sobre Pachuca; los aficionados que abarrotaron el inmueble, fueron los primeros testigos de conseguir tu permanencia dentro del profesionalismo y tu posterior ascenso al máximo circuito.

Tus vitrinas no están llenas de trofeos, ni tú directiva es la más aplaudida, tampoco acostumbras llenar de jugadores de elite tu plantilla cada mercado de fichajes y tus grandes glorias ya sucedieron hace un par de décadas, pero tu historia tiene momentos de sobra para rememorar, la resiliencia y recuperación para ascender desde la segunda división, luego de los lamentables episodios de la temporada 67-68, donde se consumó tu descenso, la casi desaparición en el 74-75, que obligó a una reestructura y un descenso que se evitó de último minuto en 2017.

Sin importar las adversidades, de cada golpe has conseguido levantarte; regresaste más fuerte de la reestructura del 75, para el 81, tras 13 años, regresaste a Primera División y a finales de esa década inauguraste un Estadio Morelos, que se mantiene como tu templo de un césped único (para muchos, el mejor de nuestro país) e instalaciones que, por más modestas, siguen evolucionando para dar paso a la modernidad.

Conociste la gloria en la década del 2000, con tu primer título de Liga, en una de dos finales disputadas ante Toluca, tu primera participación en un torneo internacional y todavía en el ya lejano 2013, cuando eras uno de los invitados constantes a Liguilla, te hiciste también del certamen copero, ambos títulos, en cardíacas tandas de penales, mismas de las que te alzaste hasta lo más alto de la Primera División mexicana.

Has disfrutado del amor a la camiseta con jugadores y entes que se han hecho insignes de los colores ‘Rojiamarillos’; personalidades desde Marco Antonio Figueroa, el máximo goleador histórico, pasando por Ángel David Comizzo, ´La Tota’ Carbajal, Mario Juárez, Carlos Morales, Carlos Miloc y Miguel Sabah, hasta tu primer campeón y bicampeón de goleo, Raúl Ruidíaz, por mencionar a algunos de los elementos que se han encargado de hacer soñar a una afición, cuya fidelidad ha sido incuestionable, aun cuando el camino actual se ha llenado de baches para tus aspiraciones.

Por motivo de todo lo anterior, es debido el reconocimiento de hoy, porque has permanecido en el punto más alto de la competencia en el balompié azteca, porque tu valor para la Liga MX se ha mantenido estable financiera y deportivamente, y porque has sabido subsistir en donde otros clubes como Toros Neza, Tampico- Madero y Celaya –por mencionar solo algunos-, fracasaron. Es incierto lo que el tiempo deparará para ti ‘Equipo de la Fuerza’ al paso de los años, pero hoy eres la prueba de que la adaptación, en un equipo de bajo perfil, es posible y que hay tradiciones que sobreviven sin importar mejores y peores momentos.