
Ayer el ex delantero peruano de Monarcas Morelia, Raúl Ruidíaz, declaró para la cadena ESPN que la razón principal que le hizo migrar a la MLS fue la inseguridad que se vive en el estado de Michoacán, principalmente en la ciudad de Morelia.
El bicampeón de goleo aseveró que es complicado llevar una vida familiar agradable en medio de un escenario social de incertidumbre en relación a la seguridad.
Las declaraciones del delantero inca se suman a la polémica desatada el año pasado por el ex presidente del club, Álvaro Dávila, quien expresó que la inseguridad vivida en el Estado era un impedimento para el fichaje de jugadores, ya que muchos futbolistas tenían una mala percepción con respecto al tema de la violencia y la inseguridad.
Ante los dicho por Ruidíaz, una desbandada de comentarios de todo tipo se hicieron presentes. La afición, en su mayoría ha señalado que la salida del ariete peruano responde a cuestiones económicas, además de incluir comentarios xenófobos sobre el origen racial y las condiciones socioeconómicas del país de origen del peruano. Sumado a lo anterior, dos leyendas del club rojiamarillo, Marco Antonio Figueroa y Carlos Adrián Morales, se expresaron a través de redes sociales poniendo en entredicho lo señalado por el sudamericano, dejando entrever que en Morelia nunca ha pasado nada.
La realidad, por muy dura que sea, nos indica a diario que el Estado, así como el país, vive una crisis de seguridad que se ve reflejado en altos índices delictivos que ponen en una cuerda floja la estabilidad social en múltiples vertientes. Si bien, no se puede ser alarmista con el tema, tampoco se puede ser indiferente e incluso irresponsable señalando que aquí no pasa nada. La realidad es que aunque estemos acostumbrados a la violencia y sea de lo más normal en nuestra rutina diaria, lo más sensato, y más tratándose de una figura pública, es señalar de manera clara y directa lo que está mal en la sociedad.
El fútbol y sus actores no pueden ser ajenos a lo que ocurre a su alrededor, es necesario usar el poder de convocatoria que el balompié tiene para generar ruido, que en el mejor de los casos pueda ayudar a la concientización social.